miércoles, 5 de enero de 2022

Año Nuevo Primaveral

 

Aunque cada vez nos sorprende menos, las altas temperaturas de los últimos días del 2021 y primeros de 2022 han sido noticia en España, y en buena parte de Europa.

Las temperaturas, hasta 10 grados por encima de la media, registradas los días 27, 28, 30 y 31 de diciembre del 2021, y los días 1 y 2 de enero de 2022 han constituido el episodio cálido más importante para esta época del año desde 1950 en España. Así lo indican los estudios con técnicas geoestadísticas elaborados por AEMET.

Muchos observatorios meteorológicos, como los de Salamanca, Segovia, Bilbao y Cuenca han superado sus registros de temperatura cálida durante el mes de diciembre, y lo mismo ocurrió en 3 de las 4 capitales gallegas el día 1 de enero respecto al histórico de temperaturas de este mes.


Rosal con brotes de hojas nuevas. Enero 2022

Puede resultar muy agradable disfrutar de temperaturas primaverales en plenas Navidades, pero evidentemente esto tiene consecuencias, al igual que el resto de eventos extremos ocasionados por el calentamiento global: deshielo anticipado, alteración de los ciclos naturales de los ecosistemas y de los cultivos, agravamiento de la sequía en la mitad sur del país, etc.

Quiero detenerme, sin embargo, en una de los problemas más graves vinculados a los episodios de altas temperaturas en cualquier época del año: los incendios forestales. Durante los últimos días de 2021 se han registrado de forma casi simultánea más de un centenar de fuegos en Asturias, avivados por los fuertes vientos secos del sur que han soplado en gran parte de la Cordillera Cantábrica. No es nada nuevo, por desgracia, la situación se repite cada vez que se dan las condiciones meteorológicas que facilitan la propagación de las llamas, circunstancia que se da cada vez de forma más frecuente e intensa.

Sin embargo, tal como denuncia la Coordinadora Ecologista de Asturias, la gran mayoría de los incendios forestales son provocados, según los resultados de las investigaciones realizadas por las Brigadas de Investigación de Causas de Incendios Forestales del Principado. La principal motivación para prender fuego al monte es la apertura de nuevas zonas de pasto o la regeneración de zonas de pasto agotadas por su sobrexplotación.

También apunta la organización ecologista que Asturias es la única comunidad autónoma donde no se acotan al pastoreo las zonas arrasadas por incendios forestales. Esto puede explicar por qué la oleada de incendios no se ha extendido por todo el territorio cantábrico, sino únicamente en la región donde puede existir un beneficio económico vinculado al fuego.

Incendio en las inmediaciones de Rioseco, Asturias. 02 enero 2022. LNE

La gran demanda de carne de vacuno y de productos lácteos a nivel mundial fomenta la proliferación de una ganadería intensiva que agota en poco tiempo los terrenos dedicados al pasto. También requiere enormes extensiones de monocultivo dedicadas a la soja o el maíz para la fabricación de piensos. En realidad, la principal causa de deforestación a nivel mundial es la enorme presión que el mercado alimentario genera para mantener la actividad ganadera intensiva. Provocar incendios cuando se dan las condiciones meteorológicas adecuadas para su propagación es una forma rápida y eficaz de cambiar los usos del suelo, sustituyendo ecosistemas con un alto valor ecológico (pero no tanto valor económico) por zonas que, durante un tiempo, proveerán al ganado de pastos generosos o permitirán cultivos dedicados a la alimentación del ganado, pero que acabarán agotándose pronto por la sobreexplotación o el abuso en el uso de fertilizantes que permiten aumentar la producción en el corto plazo.

Pero hay que ser justos, no toda la actividad ganadera tiene el impacto ambiental que acabo de describir. Existe una ganadería extensiva que permite combinar el beneficio económico y social con el mantenimiento de los ecosistemas, y también existen técnicas como el silvipastoreo que permiten que los bosques autóctonos convivan con una ganadería sostenible. En España hay muy buenos ejemplos de ganadería sostenible, como el pastoreo o el aprovechamiento ganadero en las dehesas.


Finca en el Oriente asturiano, cortesía de Pixabay

Volvamos ahora al desafío del cambio climático. En cualquiera de los escenarios que contemplemos para cumplir con los acuerdos de París respecto al calentamiento global, la conservación de los ecosistemas y la recuperación de hábitats ya degradados juega un papel fundamental, debido a la capacidad de los bosques y las selvas para absorber dióxido de carbono de la atmósfera y actuar como sumideros del exceso de emisiones que generamos con la quema de combustibles fósiles.

Así que no tenemos elección, no se trata de elegir entre economía y medio ambiente cuando lo que está en juego es nuestro futuro como sociedad. Es urgente y primordial que los territorios que aún tienen normativas laxas en cuanto al uso de los terrenos quemados se comprometan con la prevención de las causas que originan los incendios provocados. Pero también es necesario apoyar al sector primario, a los ganaderos, para que puedan aplicar técnicas sostenibles de cría y explotación de su ganado, y para que reciban una compensación justa por sus productos, sin que los intermediarios y las grandes superficies les impongan unos precios tan bajos que sólo les permita sobrevivir mediante la sobreexplotación de sus instalaciones.

Finalmente, los consumidores también tenemos mucho que decir. Sin duda, disminuir el consumo de carne y lácteos contribuye a bajar la huella de carbono de nuestra actividad como individuos, con un impacto similar al de reducir el uso del vehículo privado o instalar paneles solares en nuestro tejado o el de nuestra comunidad de vecinos. Tomar conciencia del impacto de nuestra cesta de la compra nos puede ayudar a elegir productos más sostenibles e identificar carnes y lácteos procedentes de una actividad ganadera más respetuosa con el entorno. En este sentido, los mercados tradicionales y tiendas de barrio son normalmente un aliado mucho más fiable que los supermercados y las grandes superficies.

¡Feliz 2022!


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