viernes, 11 de marzo de 2022

La dependencia energética de Europa

Vivimos semanas difíciles en Europa, con el corazón en un puño desde que comenzó la invasión rusa en Ucrania, y enfrentándonos a la dura realidad de que la guerra vuelve a ser un horror muy cercano a nosotros. Una de las debilidades europeas que ha aflorado en la crisis actual es la dependencia energética de países que no comparten nuestros valores democráticos y de respeto a la vida y a la diversidad. En realidad, sería más correcto acotar la dependencia europea únicamente a las fuentes de energías no renovables, las provenientes de los combustibles fósiles, carbón petróleo y gas, que aún hoy en día representan el 70%(1) de la demanda energética total de la Unión Europea.

La ambiciosa agenda europea de descarbonización todavía no puede evitar que un país como Rusia nos ponga en jaque ante la potencial amenaza del corte de suministro de gas. Paradójicamente, somos capaces de actuar rápidamente bloqueando la economía del país agresor, aislándolo financieramente desde muchos ángulos, pero seguimos pagando diariamente 200 millones de euros por el suministro de gas. Son precisamente las facturas europeas por la compra de combustibles fósiles las que permiten a Rusia financiar el poderoso ejército con el que golpea a Ucrania y amenaza a Europa, lo cual añade convierte añade aún más dolor a la actualidad.
Torre de una planta de procesamiento de gas natural 

 Por si no fuera suficiente, el actual sistema de precios marginalista que se aplica a la electricidad provoca subidas desorbitadas en su precio, a pesar de que países como España sea capaces ya de generar el 46% (2) de la electricidad que consumen a partir de energías renovables. Para que se entienda, el mecanismo europeo actual de fijación de precios de la electricidad considera que el precio de mercado lo marca el recurso más caro que forma parte del mix que, a día de hoy, es el gas que alimenta las centrales de ciclo combinado. Poco importa que cada vez generemos más energía eólica o solar a precios muy reducidos, en el momento que sea necesario activar una sola central de gas en el país, pagamos toda la electricidad producida al precio que marca esta fuente de energía, lo cual genera unos extraordinarios beneficios a las compañías eléctricas, mientras que la factura de los consumidores sube sin control y se paralizan sectores industriales que precisan un gran consumo de energía.

 
Mix de generaciópn eléctrica en España correspondiente al 10 de marzo a las 15.00


Pero, ¿cómo puede Europa acelerar en su proceso de descarbonización y, por tanto, dejar de depender de materias primas importadas en su mayoría, como son el gas, el carbón y el petróleo? La respuesta no es fácil de llevar a la práctica, desde luego, pero son 3 los vectores capaces de hacernos avanzar rápidamente hacia este objetivo:

Eficiencia energética, principalmente en el aislamiento térmico de edificios.

▪ Aceleración de las instalaciones de energía renovable, tanto en nuevos parques eólicos y solares, como sobre todo en pequeñas instalaciones de autoconsumo.

Electrificación de los sectores que dependen de los combustibles fósiles para el suministro de energía: transporte y movilidad, industria y usos residenciales de la energía.

La Unión Europea está actuando muy rápido, y de forma más coordinada de lo que estamos acostumbrados, ante la crisis actual. Esta misma semana, la Comisión Europea ha publicado el borrador de un plan muy ambicioso para avanzar en la autosuficiencia energética. Lo ha llamado RePowerEU y ya se está presentando a todos los gobiernos europeos. En él se habla de buscar suministradores alternativos a Rusia para el gas y el petróleo, pero también de acelerar el impulso de alternativas a los combustibles fósiles, basadas en los 3 principios que he indicado anteriormente. Incluso, por primera vez, la Comisión abre la posibilidad de modificar el mecanismo para el cálculo del precio de la electricidad y adoptar criterios más racionales.

Los ciudadanos también tenemos un papel importante en los patrones de consumo de energía. El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borell, ha interpelado a los ciudadanos europeos para que reduzcamos el consumo de gas bajando el termostato de nuestras calefacciones.

Más allá de la polémica que están generando estas palabras, me gustaría contar mi experiencia personal respecto al consumo de energía en el hogar. Hace unos meses, sustituimos en casa la caldera de gas-oil que calentaba nuestra vivienda unifamiliar por un sistema de aerotermia que suministra agua caliente y calefacción con suelo radiante. Además, aislamos el espacio del bajo cubierta entre el tejado y la vivienda, y cambiamos algunas de las ventanas por unas nuevas con mayor capacidad de aislamiento térmico (desafortunadamente, el presupuesto no alcanzó para cambiar todas, o para reforzar también el aislamiento térmico de la fachada). Asimismo, encargamos un estudio de eficiencia energética, el cual muestra que con estas medidas hemos conseguido bajar un 70% (repito, un 70%) la necesidad de energía de la casa, y pasar de una calificación energética de D a A, a la vez que hemos electrificado todo el suministro de energía. El siguiente paso, por supuesto, será instalar placas solares para el autoconsumo eléctrico. Por supuesto, la instalación ha requerido una inversión importante, pero ya hemos empezado a amortizarla rápidamente durante los meses de invierno, teniendo en cuenta los precios actuales de la energía.
 
Preinstalación de suelo radiante alimentado por aerotermia

Las comunidades autónomas están publicando en sus boletines oficiales diversas convocatorias de ayudas provenientes de los fondos europeos de recuperación encaminadas a mejoras de eficiencia energética en edificios y a instalaciones de autoconsumo. Es una gran oportunidad para propietarios de viviendas unifamiliares, pero también para comunidades de vecinos, de acometer reformas que generen bajadas muy importantes de consumo energético y un descenso en la dependencia del gas y el petróleo. Así que para bajar la factura de la calefacción, la solución no pasa necesariamente por tener frío en casa, sino más bien por avanzar en eficiencia energética. También hay pequeñas medidas que cualquiera puede realizar sin necesidad de una gran reforma: recubrir los tramos vistos de tubería de agua cliente con material aislante de venta en cualquier ferretería, sellar rendijas de puertas y ventanas, bajar persianas cuando se hace de noche o ventilar en las horas centrales del día, cuando la temperatura es más alta.

Claro que fuera del hogar también hay muchas cosas que como ciudadanos podemos hacer para depender menos del petróleo y del gas: usar más el transporte público, andar o usar la bicicleta para desplazamientos cortos, consumir productos de proximidad o elegir para las próximas vacaciones uno de los muchos paraísos naturales que tenemos muy cerca en lugar de buscar exóticos paraísos artificiales a miles de kilómetros de distancia de nosotros. Los altos precios de la energía son un grave problema, pero también representan una oportunidad de alinear los intereses de la independencia energética de Europa con la urgencia de bajar las emisiones de CO2 para contener la crisis climática. ¿Te sumas al cambio?


(1): Según datos del Banco Mundial
(2): según previsión de cierre de 2021 de Red Eléctrica de España


El Hidrógeno Verde (III) – Límitaciones y Desafíos

 El ambicioso proyecto que describí a modo de ejemplo en mi anterior artículo surge de una alianza bautizada con el nombre de HyDeal, y co...