lunes, 11 de enero de 2021

El zarpazo de Filomena

 


Como si de la tormenta perfecta se tratase, todos los pronósticos se cumplieron y la nieve cayó de forma abundante y continua durante más de 24 horas en gran parte de la península, siguiéndole casi sin tregua una ola de frío con intensas heladas. A quienes hablamos sobre cambio climático Filomena nos plantea una pregunta difícil. ¿Es este episodio de nieve y frío simplemente una excepción al patrón de subida global de las temperaturas? O bien, por contradictorio que parezca ¿podría atribuirse la intensidad de Filomena y la posterior ola de frío al calentamiento global, igual que ocurre con olas de calor, inundaciones, sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes que se acumulan durante los últimos años?

Alcobendas (Madrid) fotografiado la mañana del 9 de enero

Atribuir o negar la causa de un evento meteorológico concreto al cambio climático no es sencillo, y requiere un estudio científico profundo, así que la respuesta a estas preguntas no puede ser categóricamente afirmativa o negativa. Lo que sí podemos hacer es poner el suceso en contexto con la situación meteorológica que se ha dado en el mismo período en el resto del hemisferio norte y con las tendencias climáticas de los últimos años.

Los datos de olas de frío y de calor en España desde 1975 son públicos y la AEMET los tiene disponibles para quien los quiera consultar. La tendencia a disminuir el número de olas de frío durante el invierno es muy clara, lo mismo que en este período se han incrementado notablemente las olas de calor, en especial durante la última década. En este sentido, podemos decir que el tiempo que estamos teniendo durante la primera quincena de enero de 2021 es bastante excepcional. Sin embargo, que disminuya el número de olas de frío no implica que también decrezca su intensidad; de hecho, en los últimos años el hemisferio Norte se ha visto afectado por olas de frío y nevadas extremas, en algunos casos sin precedentes cercanos en el tiempo. ¿Por qué puede estar ocurriendo esto?

Uno de los factores que determina el clima en cada región del planeta es la corriente de chorro polar (también conocido como jet stream). Se trata de una corriente permanente de aire en distintas capas de la atmósfera que se desplaza de forma ondulante de oeste a este en latitudes medias, circulando normalmente a latitudes medias, entre el círculo polar y el trópico. La evolución del chorro polar determina la formación de anticiclones y borrascas y configura los vientos; en definitiva, condiciona en gran medida el tiempo meteorológico.

Animación cortesía de la NASA que muestra la evolución de la corriente de chorro en las últimas décadas. Gradualmente, esta corriente se vuelve más ondulada y genera formas más caprichosas con mayor recorrido vertical.

Debido al calentamiento global, hay indicios claros de que la corriente de chorro se está volviendo más ondulante, con mayor recorrido Norte-Sur y viceversa. El motivo está relacionado con el aumento desigual de las temperaturas en el planeta. Si bien la temperatura está subiendo de forma global, lo hace de forma más intensa en los polos que en las zonas ecuatoriales, lo que implica una disminución del gradiente de temperatura entre los dos extremos climáticos de temperatura de cada hemisferio. Al bajar la diferencia de temperaturas entre los extremos, la corriente del jet stream tiene mayor facilidad para cambiar de latitud. El efecto se parece al de un río que se amansa al llegar a zonas más anchas (con menor gradiente de altura) y, por tanto, tiene mayor tendencia a formar meandros en lugar de seguir un recorrido más rápido y lineal.

Imagen cortesía del Proyecto Geosfera, de la Universidad de Santa Mónica. En ella, se muestra que el calentamiento de la superficie terrestre tiene un efecto 3 veces mayor en los polos que en la zona ecuatorial debido, entre otras razones, a la disminución del efecto albedo por la derretimiento de grandes masas de hielo polar

Una corriente de chorro más ondulada significa una mayor penetración del aire cálido del sur a zonas del norte, y viceversa. También ocurre que la corriente evoluciona más lentamente, por lo que las invasiones de masas de aire frío o cálido en zonas que no les corresponde son más duraderas, tienen más inercia. Si la curvatura del jet es muy pronunciada puede incluso llegar a desplazar el vórtice polar, es decir, puede modificar el eje en torno al cual se genera dicha corriente que, en nuestro hemisferio, se encuentra en torno al Polo Norte. Cuando esto ocurre durante el invierno boreal, los máximos de frío se desplazan y dejan de localizarse en el Ártico, situándose en zonas continentales más al Sur. Este fenómeno es conocido y estudiado desde hace décadas, pero se está observando una tendencia a que ocurra más frecuentemente y de forma más acusada durante los últimos años. Cuando el vórtice polar se desplaza, o incluso se fragmenta en dos, se producen grandes olas de frío en zonas del hemisferio norte, normalmente en parte de Norteamérica, mientras que las temperaturas se disparan muy por encima de lo que sería normal en el oscuro invierno Ártico.

Imagen cortesía de earth.nullschool.net. Ilustración gráfica del fenómeno ocurrido a principios del 2019 en el que el vórtice polar del hemisferio norte (núcleos azules) se divide en dos núcleos principales alejados del polo norte

Esto fue lo que ocurrió unos días antes de la ola de frío polar que afectó a Europa en febrero de 2018 (conocida como “La Bestia del Este”), y también antes de la irrupción de aire frío que dejó congeladas grandes zonas de Canadá y Estados Unidos en enero de 2019. A finales de febrero de 2018, mientras amplias zonas de Europa, desde Roma hasta Dublín, pasando por París, registraban temperaturas gélidas sin precedentes y nevadas abundantes, en el Polo Norte se batían récords de temperatura más alta durante un mes de febrero. En enero de 2019, la ciudad de Chicago se congeló por completo, mientras en Alaska las temperaturas eran tan altas que la precipitación caía en forma de lluvia en lugar de nieve. El Presidente de los Estados Unidos se preguntaba, irónicamente, pero también demostrando su ignorancia, dónde estaba el cambio climático en ese momento para calentar un poco la ciudad de Chicago.





Fotografías de las ciudades de Dublín (2018) y Chicago (2019) durante las olas de frío extremo que sufrieron

En enero de 2021, no se ha llegado a fragmentar el vórtice polar, pero sí se ha deformado de forma considerable durante semanas y su centro se ha desplazado. Si nos fijamos en las anomalías de las temperaturas en el hemisferio Norte, no sólo destaca el frío que tenemos en España, sino las temperaturas anormalmente altas en muchas otras zonas. Mientras el 9 de enero, Madrid se paralizaba por la nevada más abundante desde que existen datos fiables, Atenas, al otro lado del Mediterráneo, batía su récord histórico de temperatura en un mes de enero, 22.4ºC.


Imagen del 9 de Enero del Hemisferio Norte, en el que se muestran las anomalías térmicas cálidas (tonos rojizos) y frías (tonos azules). En él se aprecian que las temperaturas en el Ártico eran mucho más altas de lo que corresponde al mes de Enero, el mismo día que Filomena provocaba estragos en España.


Como he afirmado al principio, no podemos asegurar categóricamente que todos los fenómenos que he expuesto estén directamente relacionados con el cambio climático. El comportamiento de la atmósfera es muy complejo, y es necesario profundizar mucho en el estudio de cada uno de ellos, así como disponer de una serie temporal más larga para comprobar que estas tendencias se consolidan. Pero el hecho de que existan indicios claros que relacionen todos estos episodios de frío extremo en zonas densamente pobladas con el calentamiento global, debería ser un motivo más para que tomemos conciencia de la emergencia climática a la que nos enfrentamos. Treinta horas de una nevada sin precedentes han bastado para paralizar casi por completo Madrid y su zona metropolitana, con más de 6 millones de habitantes, ¿Alguien duda de que el cambio climático puede transformar por completo nuestras vidas si no actuamos pronto y con decisión?

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