Aunque cada vez nos sorprende menos, las altas temperaturas
de los últimos días del 2021 y primeros de 2022 han sido noticia en España, y
en buena parte de Europa.
Las temperaturas, hasta 10 grados por encima de la media, registradas
los días 27, 28, 30 y 31 de diciembre del 2021, y los días 1 y 2 de enero de
2022 han constituido el episodio cálido más importante para esta época del año
desde 1950 en España. Así lo indican los estudios con técnicas geoestadísticas elaborados por AEMET.
Muchos observatorios meteorológicos, como los de Salamanca,
Segovia, Bilbao y Cuenca han superado sus registros de temperatura cálida
durante el mes de diciembre, y lo mismo ocurrió en 3 de las 4 capitales
gallegas el día 1 de enero respecto al histórico de temperaturas de este mes.
Rosal con brotes de hojas nuevas. Enero 2022 |
Puede resultar muy agradable disfrutar de temperaturas
primaverales en plenas Navidades, pero evidentemente esto tiene consecuencias,
al igual que el resto de eventos extremos ocasionados por el calentamiento
global: deshielo anticipado, alteración de los ciclos naturales de los
ecosistemas y de los cultivos, agravamiento de la sequía en la mitad sur del
país, etc.
Quiero detenerme, sin embargo, en una de los problemas más
graves vinculados a los episodios de altas temperaturas en cualquier época del
año: los incendios forestales. Durante los últimos días de 2021 se han registrado
de forma casi simultánea más de un centenar de fuegos en
Asturias, avivados por los fuertes vientos secos del sur que han soplado en
gran parte de la Cordillera Cantábrica. No es nada nuevo, por desgracia, la
situación se repite cada vez que se dan las condiciones meteorológicas que
facilitan la propagación de las llamas, circunstancia que se da cada vez de
forma más frecuente e intensa.
Sin embargo, tal como denuncia la Coordinadora Ecologista de
Asturias, la gran mayoría de los incendios forestales son provocados, según los
resultados de las investigaciones realizadas por las Brigadas de Investigación
de Causas de Incendios Forestales del Principado. La principal motivación para
prender fuego al monte es la apertura de nuevas zonas de pasto o la
regeneración de zonas de pasto agotadas por su sobrexplotación.
También apunta la organización ecologista que Asturias es la
única comunidad autónoma donde no se acotan al pastoreo las zonas arrasadas por
incendios forestales. Esto puede explicar por qué la oleada de incendios no se
ha extendido por todo el territorio cantábrico, sino únicamente en la región
donde puede existir un beneficio económico vinculado al fuego.
Incendio en las inmediaciones de Rioseco, Asturias. 02 enero 2022. LNE |
La gran demanda de carne de vacuno y de productos lácteos a
nivel mundial fomenta la proliferación de una ganadería intensiva que agota en
poco tiempo los terrenos dedicados al pasto. También requiere enormes extensiones
de monocultivo dedicadas a la soja o el maíz para la fabricación de piensos. En
realidad, la principal causa de deforestación a nivel mundial es la enorme
presión que el mercado alimentario genera para mantener la actividad ganadera
intensiva. Provocar incendios cuando se dan las condiciones meteorológicas
adecuadas para su propagación es una forma rápida y eficaz de cambiar los usos
del suelo, sustituyendo ecosistemas con un alto valor ecológico (pero no tanto
valor económico) por zonas que, durante un tiempo, proveerán al ganado de pastos
generosos o permitirán cultivos dedicados a la alimentación del ganado, pero que
acabarán agotándose pronto por la sobreexplotación o el abuso en el uso de
fertilizantes que permiten aumentar la producción en el corto plazo.
Pero hay que ser justos, no toda la actividad ganadera tiene
el impacto ambiental que acabo de describir. Existe una ganadería extensiva que
permite combinar el beneficio económico y social con el mantenimiento de los
ecosistemas, y también existen técnicas como el silvipastoreo que permiten que
los bosques autóctonos convivan con una ganadería sostenible. En España hay muy
buenos ejemplos de ganadería sostenible, como el pastoreo o el aprovechamiento
ganadero en las dehesas.
Volvamos ahora al desafío del cambio climático. En cualquiera de los escenarios que contemplemos para cumplir con los acuerdos de París respecto al calentamiento global, la conservación de los ecosistemas y la recuperación de hábitats ya degradados juega un papel fundamental, debido a la capacidad de los bosques y las selvas para absorber dióxido de carbono de la atmósfera y actuar como sumideros del exceso de emisiones que generamos con la quema de combustibles fósiles.
Así que no tenemos elección, no se trata de elegir entre
economía y medio ambiente cuando lo que está en juego es nuestro futuro como
sociedad. Es urgente y primordial que los territorios que aún tienen normativas
laxas en cuanto al uso de los terrenos quemados se comprometan con la prevención
de las causas que originan los incendios provocados. Pero también es necesario
apoyar al sector primario, a los ganaderos, para que puedan aplicar técnicas
sostenibles de cría y explotación de su ganado, y para que reciban una
compensación justa por sus productos, sin que los intermediarios y las grandes
superficies les impongan unos precios tan bajos que sólo les permita sobrevivir
mediante la sobreexplotación de sus instalaciones.
Finalmente, los consumidores también tenemos mucho que
decir. Sin duda, disminuir el consumo de carne y lácteos contribuye a bajar la
huella de carbono de nuestra actividad como individuos, con un impacto similar
al de reducir el uso del vehículo privado o instalar paneles solares en nuestro
tejado o el de nuestra comunidad de vecinos. Tomar conciencia del impacto de
nuestra cesta de la compra nos puede ayudar a elegir productos más sostenibles
e identificar carnes y lácteos procedentes de una actividad ganadera más
respetuosa con el entorno. En este sentido, los mercados tradicionales y
tiendas de barrio son normalmente un aliado mucho más fiable que los
supermercados y las grandes superficies.
¡Feliz 2022!
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