El hidrógeno es el primer elemento de la tabla periódica, el
más simple y liviano que existe. Es tan ligero que no se encuentra en estado
puro en la naturaleza, siempre aparece combinado con otros elementos, en forma
de agua, compuestos orgánicos, etc. El 75% de la materia contiene hidrógeno, y
la industria química lleva obteniéndolo desde mediados del siglo XX para ser
utilizado como materia prima en metalurgia y fabricación de fertilizantes,
principalmente.
Los procesos actuales de obtención de hidrógeno son
altamente contaminantes y generadores de emisiones de CO2. Mayoritariamente,
se obtiene hidrógeno en las refinerías mediante el reformado de gas natural,
proceso que requiere gran consumo de energía, y que genera dióxido de carbono
como producto de desecho. También se fabrica hidrógeno puro mediante la
captación de los gases emanados de la quema de carbón (sobre todo en China), lo
cual es aún más perjudicial para la
atmósfera.
Si la obtención de hidrógeno
es responsable de tantas emisiones nocivas, ¿por qué existe tanto interés
actualmente por el hidrógeno como parte de la transformación ecológica, y por
qué se le atribuye la etiqueta de verde?
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Imagen cortesía de Signus |
En la electrólisis de la molécula del agua está gran parte de la respuesta. El agua, fuente de la vida terrestre, está formada por hidrógeno y oxígeno, mediante una unión molecular fuerte y estable. Con la aportación de una corriente eléctrica y el uso de membranas, es posible romper la molécula del agua, generando hidrógeno y oxígeno de alta pureza por separado. Electrólisis significa ruptura mediante el uso de energía eléctrica. Cuando la energía eléctrica que alimenta los electrolizadores proviene de fuentes renovables, entonces el hidrógeno obtenido no genera emisiones de gases de efecto invernadero, y únicamente libera oxígeno como producto de desecho (aunque también puede ser aprovechado para múltiples usos). Al producto fabricado mediante este proceso se le denomina hidrógeno verde y se considera 100% libre de emisiones, en contraposición al hidrógeno gris (procedente de gas natural y petróleo), el hidrógeno negro (procedente de la quema de carbón), o el hidrógeno azul, similar a los dos anteriores, pero añadiendo una planta de captura de parte del CO2 emitido en la fabricación del gas.
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Electrolizador y depósitos de almacenamiento del hidrógeno y oxígeno obtenidos. Imagen gentileza de Inycom Energy |
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Estructura de uno de los mayores electrolizadores construidos hasta el momento, propiedad de la empresa noruega Hydrogen Pro. Su capacidad de generación es de 100Kg/hora de H2 de alta pureza |
El hidrógeno verde usado como materia prima constituye por sí mismo una alternativa tecnológica muy valiosa para reducir las emisiones asociadas a la industria, pero su potencial va mucho más allá. En mi anterior publicación, definía al hidrógeno verde como un nuevo vector energético, una alternativa real a los combustibles fósiles en sectores difíciles de electrificar. ¿Cómo puede el hidrógeno transformarse en una fuente de energía? Sencillamente, mediante la construcción de una pila que le permita volver a unirse al oxígeno de forma espontánea y controlada, y aprovechando la energía liberada en el proceso en forma de electricidad.
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Motor de BMW iX5, basado en pila de combustible alimentada por hidrógeno |
En otras palabras, los excedentes de energías renovables en períodos picos de producción pueden emplearse para la generación de hidrógeno en estado puro a partir únicamente de agua. Mediante una red adecuada de transporte y almacenamiento, el hidrógeno libre de emisiones puede ser reconvertido posteriormente en energía eléctrica mediante una “pila de hidrógeno” o “pila de combustible”, cuando y donde se necesite.
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Transporte de uno de los 5 depósitos de almacenamiento de hidrógeno para las instalaciones experimentales del Centro Nacional del Hidrógeno en Puertollano. Diciembre 2021 |
Una buena forma de entender el potencial de este proceso es mediante un ejemplo real, representativo de los múltiples proyectos de hidrógeno verde que están actualmente en fase de desarrollo en España y muchos otros países del mundo.
Como parte de sus compromisos de descarbonización,
Fertiberia y Arcelor Mittal han comprometido inversiones millonarias para la
utilización de hidrógeno verde en sus plantas del norte de España, en Asturias
y Euskadi. Su decisión inversora ha animado a empresas del sector energético y
a administraciones públicas a diseñar una cadena de valor en torno al
hidrógeno. El primer eslabón se encuentra en el suministro abundante de energía
renovable, en este caso a partir de centros de generación eólicos y
fotovoltaicos en Castilla y León. Asociado a los centros de producción
renovable, se plantea desarrollar un conjunto de electrolizadores para la
generación de hidrógeno. Posteriormente, se procederá al transporte de dicho
gas hacia las zonas en las que se consumirá, lo cual puede hacerse adaptando la
red actual de gas natural a las necesidades específicas del hidrógeno, o bien,
construyendo nuevas redes de transporte específicas para este gas. Como el
consumo del gas debe adaptarse a su demanda real, habrá que habilitar elementos
de almacenamiento, para lo que se podrán reconvertir determinadas
infraestructuras energéticas ya existentes en la cornisa cantábrica, tales como
antiguas centrales térmicas de carbón, o incluso se plantea utilizar minas de
sal para el almacenamiento a más largo plazo. Una vez construida toda la
infraestructura de transporte y almacenamiento, el hidrógeno estará listo para
ser consumido en las plantas de producción de acero y fertilizantes de ciudades
como Avilés, Gijón o Sestao y, por qué no, para utilizarse como fuente de
energía alternativa al gasóil y el gas natural en el sector del transporte.
Será necesario entonces crear una red de suministro de combustible para
camiones pesados con motores basados en pilas de combustible con tecnología de
hidrógeno. Gradualmente, en las áreas industriales se planea sustituir las
actuales gasolineras por hidrogeneras capaces de inyectar el nuevo combustible
limpio en motores de vehículos propulsados por pilas de combustible de
tecnología de hidrógeno. De esta manera, se conseguirían superar las
dificultades actuales para electrificar el transporte pesado, causadas por el
enorme peso de las baterías, que lastra la eficiencia del transporte de
mercancías en camiones eléctricos. Y, puestos a completar la cadena, por qué no
extender el suministro de hidrógeno a barcos y aviones movidos también por pila
de hidrógeno, que operen en los puertos y aeropuertos cercanos.
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Hidrogenera en las instalaciones del Centro Nacional del Hidrógeno. Puertollano, Ciudad Real |
Toda esta nueva cadena de valor del hidrógeno, que puede
parecer ciencia ficción, está empezando a diseñarse, e incluso a construirse,
impulsada por los fondos europeos de regeneración, los compromisos climáticos
adquiridos en el compromiso de París de 2015 (y consolidados en la recién
terminada COP28), y la voluntad decidida de muchas instituciones y empresas. Si
algún día llega a hacerse realidad y escalarse a nivel global, habrá sido en
buena medida gracias a la profesionalidad de una amplia red de ingenieros que
actualmente están trabajando con una enorme ilusión por contribuir a un futuro
sostenible.
La nueva economía del hidrógeno, además de ser un elemento clave para la descarbonización, representa una oportunidad única para reducir la dependencia energética que Europa tiene del exterior, al tiempo que podría revitalizar zonas industriales mediante un proceso de transición ecológica justo y enriquecedor.
Sin embargo, no demos por hecho que se hará realidad. Como
todas las grandes oportunidades de transformación, el hidrógeno verde presenta
también enormes desafíos, desde el punto de vista tecnológico, económico y
regulatorio.
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